El formato líquido, y el trasvase de consumidores desde el polvo, lleva siendo uno de los protagonistas del sector de detergentes durante los últimos años. Aunque, como señalan fuentes del sector, la irrupción y asentamiento de los líquidos ha conllevado mucho tiempo desde su lanzamiento en 1985, en el último periodo se han acelerado los cambios de manera muy significativa. Estas variaciones han venido motivadas por una fuerte caída del segmento en polvo. De hecho, en 2008 este formato cayó un 8,4% en valor y un 7,5% en volumen, según datos de ADELMA, frente a los descensos del 2,5% y 4,5% del año anterior. Por su parte, los líquidos se mantienen con ascensos de entre el 10 y 15%, como en los últimos ejercicios. Las causas de este descenso pueden deberse a varios factores. Es evidente que, pese a demandar innovaciones, los clientes necesitan un periodo de adaptación a los cambios, a hábitos muy asentados y, en el caso de los productos de limpieza, rutinas en las que se valora no sólo la eficiencia sino la rapidez y comodidad. También puede haber influido la actual crisis económica, pues los formatos en polvo de gran tamaño pueden haber fomentado el efecto psicológico de no pagar un ticket elevado en una sóla compra. A esto, se suma la fuerte actividad promocional y los grandes formatos aparecidos en el último año, que pueden haber convencido a más consumidores de dejar de comprar referencias en polvo.